Aumenta al 22% el esfuerzo para comprar vivienda
Según un reciente estudio de idealista basado en datos del cuarto trimestre de 2023, el esfuerzo necesario para acceder a una vivienda ha aumentado en el último año. En el caso de la compra, ahora representa el 22% de los ingresos del hogar, mientras que en el alquiler alcanza el 33%. Las principales causas de este aumento son la escasez de oferta, que ha llevado a un incremento de precios, y el aumento del coste de la financiación.
En el caso de compra ha pasado del 18% de la renta disponible ingresos disponibles en diciembre de 2022 al 22% en 2023.
¿Qué es la tasa de esfuerzo?
La tasa de esfuerzo, en el contexto inmobiliario, es un indicador crucial que muestra el porcentaje de los ingresos familiares destinados a la adquisición de una vivienda. Es una herramienta valiosa para evaluar la accesibilidad y sostenibilidad económica de comprar o alquilar una propiedad. Cuanto mayor sea la tasa de esfuerzo, más significativo es el compromiso financiero requerido para mantener la vivienda.
Este indicador se utiliza para medir el equilibrio entre los ingresos disponibles y los gastos asociados con la vivienda, ya sea a través de la compra o el alquiler. Los expertos suelen recomendar que la tasa de esfuerzo no supere un cierto porcentaje de los ingresos, normalmente sobre el 30%, proporcionando así un marco de referencia para determinar si la carga financiera es adecuada.
Tasa de esfuerzo: alquiler y compra.
La tasa de esfuerzo en el alquiler ha llegado al máximo recomendado por expertos, con un aumento de tres puntos en el último año.
Para la compra, el encarecimiento de la financiación parece ser la razón por la cual las familias que compran una vivienda han visto aumentar el porcentaje de sus ingresos destinados a este fin, pasando del 18% en diciembre de 2022 al 22% según los datos del 4T de 2023.
De los datos presentados se confirma que la compra de vivienda requiere menos esfuerzo que alquilar, a excepción de los mercados de San Sebastián, Palma, Granada y A Coruña. Actualmente, cinco capitales tienen tasas de esfuerzo que superan el 30% de la renta disponible de una familia, que es el porcentaje que suele ser recomendado como máximo a dedicar a la compra de vivienda por los expertos: Palma (46%), San Sebastián (39%), Barcelona (33%), Málaga (33%) y Madrid (31%). Les siguen Granada (28%), Alicante (28%), Las Palmas de Gran Canaria (26%), Pamplona (26%), Santa Cruz de Tenerife, Valencia, A Coruña y Cádiz (25% en las cuatro localidades). Las tasas más bajas se encuentran en Jaén (11%), Lleida (12%), Teruel (12%), Palencia (13%) y Ciudad Real (13%).
Si comparamos con hace un año, todas las ubicaciones exigen un mayor esfuerzo. Palma (12 puntos más), Santa Cruz de Tenerife (9 puntos), Málaga (9 puntos) y Madrid (9 puntos) son las ciudades donde más ha aumentado. El menor incremento se ha producido en Soria, Palencia, Toledo y Jaén (2% en todas ellas).
Entre las provincias, Baleares es la que mayor esfuerzo requiere, con el 45% de la renta disponible de las familias. Le siguen Málaga (43%), Santa Cruz de Tenerife (35%), Alicante (28%), Las Palmas (25%), Madrid (25%) y Cádiz (23%). En la provincia de Barcelona, la tasa se sitúa en el 21%. Las provincias de Lleida, Toledo y Ciudad Real son las que menos esfuerzo demandan, con una tasa del 11%.
Impacto Socioeconómico
En aquellas zonas donde el esfuerzo requerido está por encima del que suele ser aconsejado como máximo, puede impactar negativamente en algunos sectores de la sociedad. Estas tasas de esfuerzo pueden obstaculizar la movilidad social, especialmente para jóvenes profesionales y familias que buscan establecerse. Cuando el compromiso financiero necesario para adquirir una vivienda es tan elevado puede crear barreras para el avance económico y la inversión en otras áreas, como educación y emprendimiento.
Si una proporción significativa de los ingresos familiares se destina a la vivienda, se reduce la disponibilidad de recursos para otras necesidades esenciales, como alimentación, salud y educación. Esto puede afectar desproporcionadamente a las familias de ingresos bajos y medios.
Además, algunos grupos específicos, como personas mayores con ingresos fijos, pueden experimentar dificultades adicionales. Las tasas de esfuerzo elevadas pueden limitar la capacidad de estas personas para mantener su calidad de vida y acceder a servicios de atención médica y bienestar. Y puede existir el riesgo de desplazamiento y gentrificación. A medida que los precios de la vivienda aumentan, los residentes de bajos ingresos pueden ser expulsados, alterando la composición demográfica y social de las comunidades.
Abordar estos impactos socioeconómicos no es una tarea fácil y requiere de enfoques integrales que incluyan políticas de vivienda asequible, planificación urbana sostenible y medidas que promuevan la igualdad de oportunidades en el acceso a la vivienda.